Día del Bibliotecario: el trabajo que se esconde tras estanterías para generar mayor conocimiento
La labor de las y los bibliotecarios muchas veces puede pasar desapercibida detrás de las estanterías. No obstante, su misión es fundamental para entregar materiales de calidad, que cumplan con los estándares académicos.
Un largo proceso desde su selección hasta que están disponibles deben pasar los libros que formarán parte de cualquier biblioteca en nuestro país, aunque en muchas ocasiones dicha labor puede llegar a ser desconocida para los usuarios y que recae en las y los bibliotecarios, cuyo día se conmemora el 10 de julio.
Procedimientos que también se dan en la UdeC, donde Bibliotecas cuenta con un equipo dedicado específicamente a recolectar, ordenar y clasificar los textos, sean estos básicos para cada asignatura o solicitados por el cuerpo académico.
Todo comienza con la recolección y análisis de los textos, etapa en la que se distinguen los elementos que vuelven a un libro identificable. Por ello, es revisado y sus datos son transcritos al soporte en que se desea almacenar la información.
Álvaro López, Jefe de Gestión de Análisis de Recursos de Información, explica que existen diversas maneras por las cuales el material puede ingresar, una de ellas es por medio de la jefatura de las bibliotecas especializadas o por parte de las carreras y programas. Otra de las formas es mediante donaciones.
“Se hace un presupuesto, se recibe y la misma persona lo ingresa al sistema, es decir, lo cataloga porque ahora tenemos herramientas automatizadas de catalogación, entonces es mucho más rápido y sencillo de realizar, incluso vamos a pasar a un sistema nuevo el próximo año que se llama Bibframe”, explica López.
Luego de la petición del material viene un proceso de cotización, en el caso de textos físicos, o negociación con los proveedores para el material digital, con la generación de la respectiva orden de compra y posterior recepción.
Tras llegar a la biblioteca se ingresa a la base de datos y se efectúa la descripción de todas las características del material, donde se le asigna una identificación con código de barras. Esta parte se ejecutaba anteriormente en dos pasos, primero iba a Adquisiciones y luego a Catalogación. No obstante, en la actualidad se unieron los dos procedimientos, ya que una sola persona efectúa todo el trabajo.
Realizado el análisis y tras su ingreso en la base de datos, el material se envía a las distintas unidades o especialidades. Una vez allí, el encargado o encargada de la sección debe enviar un correo electrónico para confirmar que recibió el libro y validarlo dentro del sistema.
La meta común: el usuario
Respecto al tiempo de demora entre la petición de un libro y su recepción, López explica no existe un plazo establecido ya que normalmente las solicitudes se agrupan, ello con el objetivo de efectuar una cotización más ordenada con los diferentes proveedores. Además, la petición generalmente se programa de un semestre a otro, para evitar contratiempos.
“Luego que se encuentra la cotización adecuada, se hace un requerimiento al proveedor. Eso ya toma su tiempo, para que le responda a uno un proveedor se necesitan como mínimo dos semanas, siendo optimistas. A veces se demoran un mes”, asevera.
Posteriormente, debe llegar y esperar en la lista de ingreso dentro de la unidad, para luego ser procesado. Toda esa tarea, si no sufre interrupciones, puede llegar a durar dos meses y medio. “Hay casos en los que el libro no está, por lo que hay que buscar alternativas o está y no pueden enviarlo”, indica.
De la tarea posterior se encarga Carla Silva, Jefa de Servicios al Público de la Biblioteca Central, repartición que se encarga de la coordinación en la entrega del material y su llegada a los usuarios. En su opinión, todas las labores tienen una meta común consistente en que el usuario logre crear conocimiento a partir del contenido que se le entrega.
“Todo lo que hacemos confluye en finalmente llegar al usuario, no sacamos nada con comprar miles de libros, miles de bases de datos, si no sabemos llegar al usuario y es aquí donde se hace la relación de usuario con biblioteca y biblioteca con usuario”, señala.
Sobre el futuro de las Bibliotecas, Silva cree que lo digital es una oportunidad de llegar a todo el estudiantado, cuerpo académico y comunidad universitaria, más allá de las limitantes temporales o físicas.
“El recinto está cerrado pero la colección sigue abierta, a eso tenemos que sacarle ventaja. Si bien hay algo muy romántico que dice que el usuario prefiere el contenido en un formato impreso, también hay muchos contenidos que por su naturaleza no es necesario tener el libro en la mano”, agrega.
También en la UdeC
Un dato que puede pasar desapercibido es que la carrera de Bibliotecología existió en nuestra Universidad, específicamente entre 1975 y 1978. En dichos momentos se pretendía formar profesionales que atendiesen la creciente demanda de los usuarios.
Durante esos años, 28 estudiantes se matricularon, algunos de los cuales al concluir sus estudios se incorporaron al equipo de Bibliotecas UdeC, desempeñándose en diversas áreas hasta que culminaron su etapa laboral.
Actualmente, solo unos pocos planteles imparten la carrera de Bibliotecología en Chile, como lo son la Universidad de Playa Ancha, la Universidad Alberto Hurtado, la UNIACC y la UTEM, en pregrado. Mientras que la Pontificia Universidad Católica de Chile la ofrece como una opción de postgrado.
No obstante, la actual administración de Bibliotecas UdeC marca un nuevo hito debido a que su Directora, Karen Jara, es la primera Bibliotecóloga de profesión en ocupar ese cargo.
Paula Díaz, Subdirectora y también Bibliotecóloga, resalta la importancia de que dos profesionales del área dirijan una repartición de estas características e indica que al tener una misma base pueden hablar con los mismos conceptos.
“Nos mueve a ambas el poder darles un desarrollo profesional a las bibliotecas, el saber que nuestro aporte es importante para el ámbito de la educación, para los estudiantes y para la Universidad en sí”, argumenta.
El Día del Bibliotecario conmemora la creación del Colegio de Bibliotecarios de Chile, concretada el 10 de julio de 1969. La celebración nace con el objetivo de agradecer a los profesionales del área, aunque el reconocimiento se extiende a quienes están a cargo del cuidado y orden de una Biblioteca.
Por Maximiliano Ortiz / Periodista InES Ciencia Abierta-Bibliotecas UdeC.